Exposición"Armonía": 2011

Ramon Casalé i Soler

A.I.C.A.

 

RAMON CASALÉ I SOLER- EXPOSICIÓN "ARMONÍA"

GALERÍA D'ART MARGA A. SENNACHERIBBO /BARCELONA

GISÈLE CORBOUD. LA ARMONÍA DEL COLOR

“ Cada cual llama bello o lo que es expresión visible de lo que es agradable (útil), o despierta los recuerdos o aparece habitualmente ligado a ello”.

Federico Nietzche. Aforismos y otros escritos filosóficos

 

La actual exposición de Gisèle Corboud se titula “Armonía” y se puede contemplar en la galería barcelonesa Marga A. Sennacheribbo. En ella, la artista nos muestra su particular visión del color principalmente, a través del mundo vegetal, concretamente de la calabaza.

Para los griegos la armonía significa el perfecto equilibrio o, lo que es lo mismo, la conveniente proporción y correspondencia de unas cosas con las otras. Otros sinónimos son: ritmo, simetría, musicalidad o unidad, todos ellos relacionados con el arte. Por tanto, si Gisèle Corboud ha elegido este título obedece a su preocupación por el orden en detrimento del caos, aunque hay que reconocer que la idea de un mundo caótico existe también en algunas tendencias de vanguardia, como el expresionismo abstracto de Jackson Pollock –medio siglo antes también se podía ver en determinadas obras de George Grosz, Franz Marc o Wassily Kandinsky-

Es la primera muestra en la que veo en directo el trabajo de Gisèle Corboud, y he de reconocer que me ha sorprendido gratamente. No es muy habitual que una artista realice piezas escultóricas con un material tan poco   común como es la calabaza. Solamente tenía referencia en el ámbito americano, más concretamente en Haití, ya que los artistas caribeños parten la calabaza por la mitad y la pintan por dentro. En cambio Corboud pinta la calabaza entera, una vez secada y tratada, ya que en su origen una calabaza puede llegar a pesar veinte kilos.

El proceso pictórico es complejo, sobre todo a nivel metafísico, ya que “mientras las pinta cuidadosamente aplica sus manos en ellas para imbuirlas de energía Reiki que será la que finalmente otorgue el toque final para que la transmutación de la negatividad en todo lo contrario, se haga efectiva”. O sea, a la artista le preocupa más el interior del objeto, en este caso la calabaza, que no lo exterior, que correspondería al tratamiento de  la materia pictórica o textural.

De todos modos  aquí solamente me referiré al apartado tangible de su trabajo, de cómo representa la figura de la mujer, de la geometría de los diversos elementos que aparecen, de las referencias de índole oriental o del exacerbado cromatismo, que sin ser estridente, cautiva la mirada del espectador. Todo ello se percibe en cada una de las calabazas, aunque también en las  pinturas con rostros femeninos que se exhiben.

Pero Gisèle Corboud es una artista polifacética, ya que al margen de la pintura y la escultura, se siente atraída por el dibujo, el grabado y el tapiz. Su formación proviene de las artes gráficas, la publicidad y el diseño tanto en la Escola Massana como en la Facultad de Bellas Artes. Su primera exposición individual fue en 1970, en donde exhibía acuarelas. Durante la década de los setenta se interesó principalmente por el tapiz, el grabado y el dibujo. Precisamente  el crítico Francesc Galí destacaba la geometría y los efectos ópticos de sus tapices.

En cuanto al grabado, Corboud se aproxima al modernismo desde una visión onírica, próxima al surrealismo, principalmente por la aparición de personajes en situaciones complejas y difíciles de representar en un mundo real. En la pintura también se acerca al surrealismo,  donde el paisaje y los rostros femeninos nos aproximan a su singular percepción de su entorno habitual.

He dejado el dibujo al margen, ya que considero a Gisèle Corboud una excelente  dibujante y posiblemente a mi entender, es donde demuestra mayor libertad creativa. Ello no quiere decir, y así lo he manifestado anteriormente, que el resto de su obra no la  posea, sino que su dominio de esta difícil técnica y origen de todo buen artista, sobresale respecto al resto de técnicas empleadas. 

El trazo en el dibujo es rápido y ágil. No tiene necesidad de representar la figura femenina –que suele ser frecuente en su obra- en toda su dimensión, sino que le interesa primordialmente mostrar las líneas sinuosas de la cara, de los ojos, de la boca, de la nariz, de las piernas, pero de manera fragmentada. No le preocupa el cuerpo entero, deja que nuestra imaginación también discurra de manera abierta y libre de prejuicios.

En conjunto la exposición “Armonía” es un resumen de todo el quehacer de Gisèle Corboud a través de cuatro décadas dedicadas a la creación artística en todos sus ámbitos y, en este caso la calabaza es un pretexto, aunque se haya trabajado de manera meditada,  ya que podría tratarse de otra temática, pero para ella, la calabaza de la armonía es un “objeto único e inigualable”.

Ramon Casalé
Associación Internacional de Críticos de Arte